Diciembre 31, 2015
“A veces me despierto en la mitad de la noche y pienso en Wilson. Entiendo cómo te sientes. Parker no volverá, pero si Hachiko quiere esperar, entonces debe hacerlo”.
Escribir acerca de una historia como la de Hachiko es un trabajo peligroso, por el riesgo de sonar redundante. Irónicamente, la vida real de este can pone de manifiesto que todos los adjetivos siempre se quedarán cortos ante la perfección de la madre naturaleza. La bondad que ésta es capaz de transmitir a menudo se manifiesta de la forma más impactante posible en esos fieles compañeros de cuatro patas.
Hachi: A Dog’s Tale, es la respuesta hollywoodense dirigida por Lasse Hallstrom a la historia de este leal amigo, el que llega a la vida del Profesor estadounidense Parker Wilson (el extraordinario Richard Gere) por casualidad. Dicho azar del destino se transforma en una historia de amor auténtico, donde no existen las promesas idiotas que los seres humanos suelen realizar. Esa relación incomprensible incluso para los más sesudos, también carece de traición o cualquier otro tipo de falacia.
Es precisamente esa conciencia la que cala tan fuerte en el espectador. Seamos honestos: no sólo provoca ternura la película por el encanto natural que el protagonista despierta en millones de personas, sino por la pregunta que a muchos les da miedo responder: ¿soy capaz de amar a alguien de esa forma? ¿Encontraré algún día a alguien que me ame con siquiera la mitad de esa intensidad?
La relación llena de ladridos y mimos entre Parker y Hachi (interpretado por tres diferentes actores caninos: Chico, Layla y Forrest) se desarrolla durante años y es relatada cronológicamente en la película, hasta que el profesor muere repentinamente de un ataque cardíaco. El drama se recrudece entonces y ante la desaparición de su amado amo, el perro continúa esperándolo afuera de la estación de trenes, como lo hacía cada día mientras él vivía.
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Richard Gere logra otra gran actuación en esta película. Aquí con "Forrest" el actor canino que da vida a Hachi en su etapa adulta. |
Posteriormente Cate Wilson (Joan Allen, otra gran pieza en este rompecabezas), la viuda del maestro, envía al perro a vivir con su hija Andy (Sarah Roemer). Pero Hachi (de raza akita) encuentra la forma de escaparse y por muchos años permanece afuera de la estación, cuidado y alimentado por aquellos que conocieron a Parker, y lo consideraban su amigo, entre ellos Carl (Jason Alexander) y Jasjeet (Erick Avari), un vendedor de hotdogs.
Estas personas son tocadas también por el cariño que emana del ángel de cuatro patas. Y tal vez imitando su ejemplo, se convierten en su familia durante algún tiempo, hasta que Cate regresa un día y se topa de nuevo con su antigua mascota.
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Joan Allen, en el papel de 'Cate' imprime gran emoción a la película, especialmente en esta, la escena más conmovedora de todas. |
No sé ustedes, pero ese reencuentro me hace pensar más en la palabra “amor” que muchas de las escenas rebuscadas y cursis de los melodramas románticos hollywoodenses.
La partida de Hachi y la representación fantástica en la que se reúne con su amo en otra dimensión, son la cereza en el pastel de esta aventura. Y ésta termina donde comienza: con el nieto de Parker, Ronnie (Kevin DeCoste), hablando en plena clase acerca de un héroe de la vida real: el fiel compañero de su abuelo.
Hachi: A Dog’s Tale, puede ser calificada de muchas formas, y podrá ir de lo más bello a lo ridículo para público y críticos. Para tal efecto, la insensible Cath Clarke de The Guardian la calificó de “mediocridad clásica y poco complicada dirigida a amantes de los animales”.
Todas las opiniones son válidas. Pero el mundo necesita más de estos ejemplos y más de estas historias para ser difundidas a diestra y siniestra. Los seres humanos necesitamos ser más animales y menos “humanos”, especialmente cuando el raciocinio a lo largo de la historia ha sido mero ornamento para miles de primeros mandatarios y seres humanos comunes y corrientes.
He aquí el porqué tantas personas prefieren aislarse y platicar con aquellos que no pueden responder con palabras. En lo personal, me cuesta trabajo creer en algún tipo de “Dios”, pero si existe éste, la bondad y amor del que tanto nos hablan definitivamente están representados en la más pura inocencia que un animal o un niño pequeño son capaces de manifestar. No hay algo mejor ni más grande que eso, y el mundo necesita recordarlo más seguido.
El Hachiko real vivió durante 12 años en Japón, de 1923 a 1935, y como los verdaderos héroes, posee un monumento (una estatua de bronce para tal efecto) en la estación Shibuya, erigido en 1934, con el homenajeado presente en la develación del mismo. Ahora, es símbolo en la cultura popular universal de gran lealtad y cariño incondicional.
Hachi: A Dog’s Tale expone también lo importante del ejemplo (en la secuencia final, el nieto del profesor juega con su propia mascota, un pequeño perro de la misma raza de su admirado ídolo) y lo trascendente que es enseñar a otros a respetar toda forma de vida, comenzando por la nuestra.
Una frase trillada como “Hachiko vive por siempre” no alcanzaría a definir la grandeza de esta historia. Pero, ¿por qué no pensar que el mejor homenaje para estos héroes conocidos y otros tantos anónimos es la pasión con la que alimentemos, cuidemos y abriguemos a otros seres irracionales, siempre que nos sea posible?
El poder de esos momentos crea la energía necesaria para que el mundo se convierta en un lugar mejor. Nunca es tarde para hacerlo.
Tampoco es tarde para buscar y encontrar a aquellos seres humanos que sean capaz de prodigarnos ese cariño incondicional. Pero para cumplir esa tarea, antes nosotros deberemos convertirnos en ese tipo de persona.
¿Quién necesita amores baratos y desechables, cuando puedes tener el amor a raudales que sólo un amigo no humano puede brindarte?
Hachi: A Dog's Tale [2009]
Inglaterra, USA,
Dirigida por: Lasse Hallstrom
Producida por: Richard Gere, Bill Johnson y Vicki Shigekuni Wong
Guión: Stephen P. Lindsey
Distribuida por: Stage 6 Films
Elenco: Richard Gere, Joan Allen, Jason Alexander, Sarah Roemer, Cary-Hiroyuki Tigawa, Erick Avari, Robbie Collier Sublett, Kevin DeCoste, Chico, Layla y Forrest (Hachi en sus diferentes etapas).
Fotografía: Ron Fortunato
Música: Jan A. P. Kaczmarek