Junio 30, 2014
Cuando una película obtiene la máxima calificación en Spill.com (ahora Hollywood.com) denominada Better Than Sex!, sabes automáticamente que es excelente. Algún cinéfilo militante podrá argumentar con sólida base que, efectivamente, un filme como este deleita los sentidos casi al nivel de una intensa sesión de cardio amoroso. Por fortuna no hay necesidad de escoger uno u otro.
The Artist nació como un homenaje por parte de Michael Hazanavicius a los directores del cine mudo que tanto admira e influyeron su obra. El formato 1:33:1 usado en este trabajo es uno de tantos detalles perfectamente bien cuidados para que el producto final luzca tal cual si hubiese sido rodado en el ocaso de la década de los 1920’s, el momento histórico en el cual la trama se desarrolla. Malo para los modernos formatos de video y los impresionantes monitores caseros, pero excelente para el espectador que anhela regresar a una época donde no había necesidad de palabras para transmitir emociones agitadas y en ocasiones hiper dramáticas.
La historia no es del todo original, pero en el mundo del cine como en el de la música, prácticamente no hay nada nuevo bajo el sol, aunque las mediocres y muy taquilleras películas de vampiros adolescentes se empeñen en afirmar lo contrario. El guión escrito por el mismo director (Hazanavicius) recuerda bastante al clásico A Star is Born, originalmente llevada a la pantalla grande en 1937 y dirigida por William A. Wellman. En esta ocasión es el personaje central masculino, George Valentin, el que cae en desgracia y ve cómo su fastuosa carrera de estrella del cine mudo se desvanece tan pronto como las películas habladas dominan la industria.
Jean Dujardin acierta en todos los aspectos en su interpretación: su físico atractivo pero nunca al grado de distraer la atención del público de la trama (al más puro estilo de los pretty boys de Hollywood de grandes ojos y cuyos respectivos talentos son tan breves como sus cinturas) es el vehículo perfecto para plasmar en escenas dirigidas con extrema meticulosidad la melancolía, tristeza y auto abandono del actor que, igual que sucede en el mundo real del celuloide, tiene que enfrentar la más cruel de las realidades: está envejeciendo, por lo menos en términos de la industria cinematográfica, y las nuevas generaciones exigen nuevas emociones, nuevos ídolos que adorar, derrumbar y desechar. Tal es la sociedad de consumo y el mundo del espectáculo es uno de los más degradantes ejemplos de ella.
El filme tampoco se aleja de Hollywood del todo en lo que a elenco de reparto se refiere: los talentosos James Cromwell (¿hay alguien mejor que Cromwell en la pantalla grande?), Missi Pyle, John Goodman, Penelope Ann Miller y Malcom McDowell adornan con su presencia esta cinta de extraordinaria belleza y perfecta ejecución artística.
Por supuesto, una película silente sin un gran soundtrack ocasionaría el aburrimiento del espectador a pesar de contar con un guión inmaculado. No es este el caso, ya que la banda sonora compuesta por Ludovic Bource y Alberto Ginastera entre otros maestros, ilustra las escenas nítidamente y conmueve en la mayoría de los casos.
En definitiva, The Artist es una película obligada para los amantes de la gran nostalgia fílmica. Una obra que indudablemente dejará profunda huella en la historia de la cinematografía mundial. Premios aparte, decir que es entrañable no alcanza a definirla totalmente. Tal vez la frase ‘Los 100 mejores minutos en la pantalla grande de los últimos años’ la calificaría mucho más adecuadamente.
Francia, 2011
Protagonizada por Jean Dujardin y Berenice Bejo
Dirigida y escrita por Michel Hazanavicius